Hermanos moraos, cofrades y daimieleños, todos hemos sentido en algún momento de nuestras vidas la nostalgia de la niñez, la añoranza a momentos y sentimientos que solo se despertaban aquellos maravillosos años donde la inocencia y la ternura eran la nota predominante en nuestras vidas, no pensábamos en obligaciones, compromisos o problemas, la vida era ilusión, esperanza y sueños, pues verdaderamente es la única forma de vivir, así lo enseño Jesús cuando dijo que el reino de Dios es de quienes son como ellos.

Así lo refleja el evangelio según San Marcos, el cual dice así: “Empezaron a llevarle niños a Jesús para que los tocara, pero los discípulos reprendían a quienes los llevaban. Cuando Jesús se dio cuenta, se indignó y les dijo: «Dejad que los niños vengan a mí, y no se lo impidáis, porque el reino de Dios es de quienes son como ellos. Os aseguro que el que no reciba el reino de Dios como un niño de ninguna manera entrará en él». Y después de abrazarlos, los bendecía poniendo las manos sobre ellos.

Esa Ilusión, esperanza y sueños parecen reavivarse cada madruga de Viernes Santo en cada uno de nosotros, en aquellos adultos que asemejan esta noche a la que vivíamos hace años cada 5 de Enero, donde todo eran nervios, todo era creer en la magia, en un nuevo despertar cargado de sorpresas inesperadas. Y llegó esa noche, en la que todo parecía igual, pero todo era distinto, pues Daimiel como gran parte de España temía que horas más tarde su procesión de “los moraos” no llegase a desfilar ante las inclemencias meteorológicas que auguraban una mañana de Viernes Santo complicada.

Los días previos no se veían esas cruces envueltas camino a casa de los abuelos, esos capillos con coronas de espinas en procesiones no oficiales de casa a casa y durante la tarde de Jueves Santo eran muchas mas las túnicas que este año decidían quedarse en el armario y esperar otra oportunidad, que las que estaban dispuestas y planchadas para acompañar pasase lo que pasase. Es ahí cuando una vez más los niños, más que nunca, ponían sus zapatos bajo el árbol, ponían pilas a su despertador y escribían una carta que siendo compleja, finalmente fue atendida por EL, pues cierto es que vimos y tuvimos la suerte de escuchar verdaderas peticiones de niños a todas las imágenes y en especial a Nuestro Padre Jesús Nazareno para poder acompañarle por sus calles, regalo que fue concedido a los que SI creían entorno a las 06:28h del Viernes Santo.

Horas previas al inicio de la procesión, la junta directiva se reunía en varias ocasiones para ver y barajar opciones, pues eran varias las fuentes de información meteorológica que nos decían que en el tramo horario de la madrugada y hasta las 10:00h del Viernes Santo la probabilidad de precipitación en Daimiel era moderadamente escasa, contamos con gran cantidad de colaboraciones, pero si a alguien le debemos agradecer este esfuerzo es a D. Alfredo Castillo de meteoval, el mismo nos detalló el transcurso de la mañana minuto a minuto, estando conectado para todo lo que necesitásemos. Gracias Alfredo en nombre de toda la cofradía por vivir esta madruga tan intensa con nosotros como si de un morao más se tratase.

Todo apuntaba a que seria un desfile procesional complejo, pues a la hora de la salida de la procesión (entorno a las 05:30h.) las filas de hermanos moraos eran más bien pequeños círculos familiares que esperaban con anhelo la decisión de la junta directiva. Tras lanzar un mensaje por nuestras redes sociales de aviso ante la afirmativa de SI realizar desfile procesional y con la seguridad que nos trasmitían todos los hermanos portadores, pusimos la cruz guía en la calle.

La imagen del Niño Jesús a los sones de marcha real encaraba la calle Jesús ante la emocionante mirada de todos los feligreses que acababan de salir del Mandato. Todos los cargos estaban completos y las fuerzas y ganas de portar a cada una de las imágenes eran mas latentes que cualquier viernes santo, pues todos teníamos la responsabilidad de procesionar por las calles de Daimiel, pero de salvar nuestro amplio y rico patrimonio, tanto material como devocional.

Así dio inicio un desfile procesional que a las 06:25h. enmudeció cuando a los sones del Niño Perdido, Nuestro Padre Jesús Nazareno salió por las calles de Daimiel contra todo pronóstico, momentos previos lo hacia su madre, la Virgen del Primer Dolor a los sones de su marcha, esperando encontrarse posteriormente con su hijo.

Tras los dos encuentros, la cabeza de la procesión tuvo que aligerar su discurrir, pues una amenaza de lluvia para las 10:00h. nos alertaba de que con total tranquilidad y organización debíamos ser cautos y llegar con tiempo a la Iglesia de Ntra. Sra. de la Paz.

Verdadero sentimiento de hermandad el que vivíamos por las calles donde todos los hermanos arrimaban el hombro, no solo los que alzaban, también aquellos que iban en fila, con cruces y cadenas, aquellos que acompañaban con un pequeño, celadores, músicos o daimieleños en general que se ofrecían para todo y para todos.

Una decisión arriesgada, premeditada, pero con mucha confianza, pues contábamos con varios recorridos alternativos, distintas vías de escape e incluso Casas de Hermandad e Iglesias abiertas para que “los moraos” y Daimiel fueran uno ante cualquier adversidad.

Durante el transcurso del mismo se tomó la decisión de acortar el recorrido por calle Virgen de las Cruces y Gregorio Molinero para ganar algo de tiempo y tener la seguridad, de que cumplíamos con el margen horario que nos habían informado.

Unas tres horas después, la cabeza de la procesión volvía a la Iglesia de Ntra. Sra. de la Paz y así lo hacían cada uno de los pasos que entraban directamente a la Casa-Museo de la cofradía, Coronación de Espinas, Jesús ante Pilato, Jesús ayudado por el Cirineo y Jesús consuela a las mujeres de Jerusalen, que este año no finalizaban su recorrido en el entarugado de la Iglesia de la Paz, pues era necesario prevenir esa amenaza de lluvia que posteriormente se cumplió. Las largas filas de nazarenos también finalizaban su caminar ante las puertas de la Ermita, filas que posteriormente se fueron completando pero que se vieron reducidas a la mitad en comparación con un Viernes Santo soleado, motivo por el cual desde estas líneas animamos a todos los hermanos moraos a vestir siempre la túnica, sea cual sea la previsión, pues una decisión tan compleja, condiciona muy en contra a las Juntas Directivas que se ven en la necesidad de no poder realizar su desfile procesional ante la escasa asistencia de nazarenos, aun siendo las condiciones meteorológicas favorables.

Tras los sones del Niño Perdido y Virgen del Primer Dolor finalizaba este emocionante desfile procesional que se topo con la lluvia cuando la Virgen del Primer Dolor ya había entrado en su Iglesia, sorprendentemente cinco minutos después de la última nota.

Desde la Junta Directiva no tenemos palabras de agradecimiento ante el apoyo recibido a esta decisión, ante la respuesta de los hermanos moraos y del pueblo de Daimiel, ante la colaboración de todas y cada una de las siete bandas que nos acompañaron en el cortejo, en especial a nuestras bandas de CC.TT. Stmo. Cristo de la Columna “Los Coloraos” así como la Banda Municipal de Música de Daimiel la cual sirvió a nuestra cofradía de manera musical y de manera afectiva, pues su colaboración fue crucial para el buen desarrollo de la procesión y como no, a las cámaras y medios locales, así como regionales que nos acompañaron, en especial a Laura Gonzalez Mohíno y Manuel Pozuelo por hacer llegar a las casas de todos los castellano manchegos uno de los desfiles procesionales que según palabras de nuestros hermanos, será recordado por muchos años.

Finalizamos estas líneas, aun siendo repetitivos, con un GRACIAS en mayúsculas, pues nos debemos a ello tras la respuesta recibida en apoyo a nuestra decisión, trasmitiendo también nuestras disculpas mas sinceras si durante el desarrollo de la procesión se cometieron errores, cosas a mejorar, que durante aquellos momentos de emoción y nervios no supimos corregir, pues nuestra única y clara intención era conservar todo nuestro rico patrimonio, pero no dejar perder uno mucho más preciado, el devocional, el “morao”.

Días después aun seguimos con los nervios a flor de piel, seguimos con la emoción de haber podido compartir una nueva madruga de Viernes Santo, pero sobre todo seguimos intentando comprender lo ocurrido.

Lo ocurrido fue un regalo de niños, un nunca dar nada por sentado, un siempre la esperanza. Lo ocurrido fue NUESTRO PADRE JESÚS NAZARENO.

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