ÉSTE ES MI HIJO AMADO. ESCUCHADLE


Mateo 17, 1-9:


Seis días después, Jesús tomó a Pedro y a los hermanos Santiago y Juan, y los llevó aparte a un monte alto. Allí, en presencia de ellos, cambió la apariencia de Jesús. Su rostro brillaba como el sol y sus ropas se volvieron blancas como la luz. En esto vieron a Moisés y Elías conversando con él.
Pedro dijo a Jesús: –Señor, ¡qué bien que estemos aquí! Si quieres, haré tres chozas: una para ti, otra para Moisés y otra para Elías.
Mientras Pedro hablaba los envolvió una nube luminosa. Y de la nube salió una voz, que dijo: "Este es mi Hijo amado, a quien he elegido. Escuchadle."
Al oír esto, los discípulos se inclinaron hasta el suelo llenos de miedo. 7 Jesús se acercó a ellos, los tocó y les dijo: –Levantaos, no tengáis miedo.
Entonces alzaron los ojos y ya no vieron a nadie más que a Jesús.
Mientras bajaban del monte, Jesús les ordenó: –No contéis a nadie esta visión, hasta que el Hijo del hombre haya resucitado.
Palabra de Dios.


12 ruidos que nos impiden escuchar a Dios en la Cuaresma.


1. El ruido del odio
Este sentimiento hace inviable la oración, pues la persona no tiene vida espiritual o vida de Dios pues prescinde del otro.


2. El ruido de la crítica a Dios
Cuando le reprochamos a Dios lo malo que nos pasa o vemos. Este ruido silencioso nos hace callar al ser una actitud de reproche, crea distancias y elimina deseos de diálogo con Dios.


3. El ruido del rencor
El enfado por algo o contra alguien, si no se elimina a tiempo, se puede convertir en rencor.


4. El ruido del orgullo
Este ruido silencioso es exceso de amor propio, un amor hacia los propios méritos por lo que la persona se cree superior a las demás o no necesitada de Dios.


5. El ruido de la envidia
Este ruido silencioso hace que no se alabe a nadie ni se hable bien de alguien. Es un ruido que desconoce los propios talentos negando la acción de Dios en la propia vida, esto crea tensión contra Él.


6. El ruido del miedo
Impide confiar en Dios y en su providencia. Incluso se cree que a Dios no le importamos.


7. El ruido de las preocupaciones
Las preocupaciones diarias absorben nuestra atención. No hay la debida cercanía con Dios, hay incomunicación pues las preocupaciones generan inquietud.


8. El ruido de la debilidad
Es prácticamente el silencio de la impotencia. Se cree que la oración no es posible, o que es ineficaz. No se sabe qué hacer o decir en la oración y se decide no hacerla.


9. El ruido de la acomodación en el pecado
El recuerdo del propio pecado y/o la complacencia o la instalación en el mismo es un ancla que nos impide elevarnos a Dios, o sintonizarnos con Él.


10. El ruido de la vanidad
La inclinación a amoldarnos a la mentalidad del mundo y a sus frivolidades acapara la atención y hacen que la oración sea inviable al no considerarla algo prioritario en la vida.


11. El ruido del propio pasado personal
Un pasado en el que no se ha tenido experiencia ni de Dios ni de oración. Además el recuerdo de los errores del pasado crea un desasosiego e inquietud interior.


12. El ruido de las fantasías
Una imaginación desbordada que no se controla genera fantasías de todo tipo que impiden escuchar la voz de Dios.

 

Desde la Cofradía de Nuestro Padre Jesús Nazareno, os invitamos durante esta segunda semana de Cuaresma a escuchar en silencio aquello que Dios nos pide.

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